viernes, 24 de septiembre de 2010

El Símbolo Cristal - Los tres pergaminos

Como sabrán, la creación del mundo de Tekoa, mundo ficticio en el cual se desarrolla la trama del libro, fue un trabajo bastante arduo por muchísimos aspectos.
La intención de ambientar El Símbolo Cristal en un mundo completamente nuevo y no simplemente haacerlo en una especie de mundo paralelo muy similar a la Tierra, fue una decisión que costó bastante en tomarla, no fue algo tan a la ligera como cualquiera podría pensar. Empezando porque, al adoptar dicha idea, me vi en la obligación de tratar de exponer todas las cosas «distintas» que tiene este mundo ficticio de Tekoa. 
Tekoa tiene toda cantidad de criaturas exuberantes y raras, comenzando por las razas «pensantes», una especie de humanoides, aunque con cualidades físicas bastante diferentes a las nuestras. Dentro de Tekoa existen diversas de ellas, no solo una, no solo dos y no solo tres, sino varias más. Posiblemente luego conatré un poco más en detalle sobre cada raza para todos aquellos que no hayan conseguido leer aún la novela, e incluso para aquellos que sí la hayan leído. 
Aparte de estos seres «pensantes» me dediqué a trabajar con los animales del mundo. En el libro se menciona una buena cantidad de ellos, entre mamíferos, insectos, aves, etc etc. Sin embargo, la misma interacción entre los animales, así como nosotros interactuamos con perros, caballos, gallinas, etc, tuvo que hacerse cuidadosamente para tratar de que el mismo lector sepa de antemano el comportamiento de dichos animales, y el papel que toma dentro de las sociedades. 
Por ejemplo, los kuail son criaturas aladas, de gran tamaño y astucia, fácilmente cualquiera se daría cuenta, a la hora de leer el libro, del peligro que tendría en frente si se topase con un kuail. Asi mismo nos damos cuenta de la estrecha relación entre los trabajadores (ya sean arrieros, agricultores, y hasta viajeros) y los buklias, siendo ésta una bestia muy fuerte y resistente, que soporta muchas adversidades como el clima y el cansancio. 
La gran mayoría de animales de Tekoa mencionados en la primera entrega de la saga sería fácilmente diferenciables y reconocibles para cualquiera de nosotros.
De la misma manera resulta con los árboles de Tekoa. Indudablemente, el trabajo de describir cada árbol, arbusto o flor del mundo de Tekoa sería un trabajo de no acabar nunca, pero sí me encargué de mencionar y caracterizar unos pocos generalizados para dar a entender el ambiente fantástico que envuelve cada rincón de este mundo. Entre algunos mencionados están los Rorores y los Huascuis. 
La elaboración de un mapa geográfico también fue uno de los trabajos que más tiempo me demoró. Sinceramente comencé a elaborar bocetos sobre los sitios que se visitan durante el viaje de Yuke, y poco a poco fui consiguiendo suficiente información como para armar un conjunto de minimapas y crear el mapa general de Tekoa. El mapa comienza a estar incluido en la 2da edición del libro, y en la 2da entrega de la saga (en la cual estoy trabajando) se menciona el origen de este primer mapa general, aunque no quiero adelantarme a datos del 2do libro... aún XD.

Posiblemente lo que más me gusta de este mundo vienen siendo las diferentes culturas que se encuentran a lo largo de la lectura y de lo que hay detrás de las mismas (esos aspectos culturales que por ahora solamente yo sé pero que en las siguientes entregas todos podrán conocer =D). Así como en la Tierra hay diferentes lenguas e idiomas, en el mundo de Tekoa también resulta así. Existen cuatro idiomas que son los dominantes, por lo menos en el continente de Yohkoa, que serían: la lengua pigmia, la langua aris, la lengua jaug y la lengua común.
La lengua común es la que, por lo general, todos hablan y dominan desde la infancia, sea cual sea la raza de cada quién. Hay algunas excepciones, como algunas comunidades aisladas de pigmios o pequeños grupos de nativos o conservadores que restringen el habla de la lengua común por despecho o simplemente por disgusto. Aún así, durante la novela, es el idioma que se habla y con el que todos interactuan.
La lengua pigmia fue la primera lengua, nacida en el mundo de Tekoa al mismo tiempo que nació todo en ella. De ella se deriva todo, cada criatura entendía esta lengua en los comienzos del mundo, desde los seres pensantes hasta los mismos animales y la naturaleza. Era la lengua impronunciable que todos entendían. Sin embargo, con el paso de los años la lengua pigmia fue contaminándose y pocos recordaban la magia oculta tras ella. Se restringió su uso por medio de letras, incapaces de reproducir la magia misma que se derivaba de su pronunciación. Y así, lentamente, la lengua pigmia fue cambiando y fue siendo olvidada por todos, excepto por los mismos pigmios.
A partir de la casi extinción de la lengua pigmia, nacieron dos idiomas adoptados por la mayoría, primero la lengua jaug y luego la aris.
La lengua jaug era muy fácil de escribir pero muy difícil de pronunciar. Los jaugs se afanaron en que fuera muy similar a ellos: seria, ordenada y compleja. Su estructura era muy complicada y diferente de la pigmia, por esta razón muchos cuestionaron la misma lengua e inventaron la lengua aris, proveniente de los mismos aris, flexibles a la opinión del resto de las razas.
¿Podrían haber más idiomas en el resto de los continentes de Tekoa?

En fin, conforme avancen en la lectura, y conforme vengan naciendo el resto de mis hijos, continuaciones de la saga de El Símbolo Cristal, irán descubriendo todo lo que envuelve cada aspecto del mundo de Tekoa. Por ahora les dejo este pequeñito avance, demasiado corto comparado con lo que me gustaría contarles, pero por ahora queda resignarse y esperar XD.

Si quisieran saber un poquito más sobre alguna de las cosas dentro de este mundo, nada más háganmelo saber con sus comentarios y yo veré si puedo hablar un poco más sin revelar datos importantes que puedan arruinar la historia... yo veré si puedo jajaja XD

¡Mo cule ilut or osu ireo Fabián!


1 comentario:

  1. Hola Fabián, pues me parece muy interesante la forma en la que creas todo un mundo diferente al nuestro...

    Nos vemos...

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